Mamá matrona: "Ha sido difícil no tirar la esponja y encerrarme con mis hijos, pero mi vocación me dice que debo seguir"

mama sin cuarentena



"Soy matrona, casada y madre de cuatro hijos. La mayor tiene 17 años y los tres hombres tienen 13, 11 y el menor solo 3. Y a diferencia de lo que le ocurre a la mayor parte de los papás en esta pandemia, mi rutina de trabajo no se ha trasladado a la casa. Lejos de eso, por mi profesión tengo que estar fuera casi todo el día. En estos momentos de crisis estoy acompañando a mujeres que siguen necesitando de nuestro trabajo. Así que cuando veo los WhatsApp de amigas y mamás comentando que están a punto de volverse locas con los hijos en casa, las envidio un poco. Pero quizás si yo estuviera en su lugar también estaría vuelta loca.

A pesar de que muchos trataron de que no fuera matrona esto era lo que yo quería, y aún cuando a veces el servicio público es un poco ingrato, no me arrepiento del camino que elegí. Estudié con real vocación y he trabajado en el área pública casi toda mi carrera.

Como profesional de la salud una siempre se pone en escenarios de emergencia, pero nunca en mi vida pensé que me iba a tocar vivir una pandemia. Muchas veces les expliqué a mis hijos qué hacer en caso de un terremoto, porque lo más probable era que, en una situación así, ni yo ni mi marido pudiésemos llegar a la casa rápidamente –el trabaja en minería y pasa varios días fuera de Santiago durante sus turnos– por lo que ellos debían estar preparados para reaccionar ante ese tipo de emergencias. Siempre he tratado de coordinar todo, pero esto fue tan inesperado e inimaginable, que incluso las más precavidas, como yo, hemos tenido que improvisar.

En nuestra casa hemos hecho cambios en 180 grados. Mi marido ha seguido trabajando fuera de Santiago durante la pandemia y como los viajes se han visto limitados, sus estadías con nosotros también son cortas y esporádicas. Cada vez hay menos vuelos y nunca se sabe cuándo podrá conseguir un cupo. Como yo trabajo en un hospital, la persona que trabajaba en nuestra casa cuidando de mis hijos mientras yo cumplo con mis horarios en el servicio de salud, tuvo temor de un posible contagio y nos dejó al principio de la crisis.

Después de mucho evaluarlo, decidimos que la forma de seguir adelante era dejando a mi hijo menor al cuidado de nuestros amigos y mis tres hijos mayores, que ya son adolescentes, se quedan solos en la casa durante el día mientras estoy en el hospital. No fue una decisión fácil de tomar porque afortunadamente con el sueldo de mi marido podríamos haber solventado nuestros gastos. Pero yo tengo un compromiso con mi trabajo. Sé que en este momento soy necesaria. También sé que estoy tomando todos los resguardos –porque en mi trabajo se cumplen con las medidas de seguridad para que así sea– para que cumplir con mis labores no implique un peligro para mis hijos. Cuento con todos los implementos de seguridad y antes de venirme a la casa me ducho en el hospital, me cambio de ropa, me subo al auto y no tengo contacto con nadie hasta que llego a la puerta de mi casa.

Si bien llego todos los días a verlos, ellos pasan casi todo el día solos y compartimos solo un par de horas en la noche antes de que se duerman mientras preparo comida para el día siguiente y los ayudo a ordenar algunas cosas. Con mi marido lejos y mi guagua más chica al cuidado de amigos, nos hemos convertido en una familia virtual. Hablamos todos los días por WhatsApp, hacemos video llamadas y nos mandamos mensajes todo el tiempo para mantenernos comunicados a pesar de la distancia. Ha sido muy difícil no querer tirar la esponja, agarrar a mis hijos, encerrarme con ellos y renunciar a todo lo demás. Pero por otro lado mi vocación me dice que debo seguir. Que mis hijos entienden por qué es importante lo que hago, incluso el más pequeño a quién le hemos explicado en forma súper simple por qué sigo trabajando.

A pesar de que cuento con el apoyo de ellos y de mi marido de forma incondicional, no es fácil decidir ayudar a otros cuando tu familia también te necesita. Es un cuestionamiento constante propio y del resto. Siempre hay gente que te pregunta por qué lo haces, para qué. Siempre hay personas que no entienden que una mujer le de este nivel de prioridad a su trabajo y a su compromiso con una profesión, sobre todo si no hay una necesidad económica de por medio. Pero cuando hablo con mis pacientes, cuando veo que lo que hago es realmente un aporte en estas circunstancias difíciles, siento que el sacrificio vale la pena.

A pesar de que soy una mamá que no ha podido estar en cuarentena con sus hijos, apoyándolos y supervisando las tareas y las clases por videollamada, sé que ellos han aprendido en tres semanas más de lo que logran en un año completo. Se han portado un siete y estoy muy orgullosa de cada uno. Esta experiencia nos ha enseñado a todos a valorar las cosas de una forma distinta y ellos se las han se han ido arreglando cada vez mejor.

Han aprendido a distribuirse las tareas de la casa y a ser más considerados, porque saben lo que implica mantener un hogar ordenado y limpio. Los fines de semana que podemos pasar todos juntos nos hemos dedicado a planificar unas vacaciones que vamos a tomar cuando todo esto termine. No tenemos un destino definido, porque creo que todos tenemos claro que el lugar no es lo importante. Lo que sí tenemos claro es que nos vamos los seis a donde sea y los niños, que han tenido una rápida experiencia de lo implica ser adulto en estas semanas, han pedido que sea un lugar donde uno se pueda 'relajar'".

Claudia Sáez (39) es mamá de cuatro y matrona.

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